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La imponente figura de Cristo, de pie y con un resplandor celestial que irradia su ser, domina la composición con su serena autoridad. Su túnica gris contrasta con la calidez dorada del fondo, donde querubines y ángeles flotan en nubes etéreas, sus miradas devocionales dirigidas hacia la divinidad. A los pies del Salvador, dos figuras arrodilladas –un fraile con báculo y una monja con hábito de la Compañía de Jesús– ofrecen una profunda expresión de fe y humildad, encarnando la piedad contrarreformista. La escena, bañada en una luz que enfatiza la espiritualidad de la visión, refleja el dramatismo barroco en la riqueza de sus pliegues y la intensidad psicológica de los rostros. La pincelada suelta y la maestría en la representación del claroscuro evidencian la influencia de la escuela sevillana, así como la devoción de la época por las representaciones místicas. Diego Valentín Díaz, activo en Valladolid, desarrolló un estilo sobrio y devocional, capturando con gran sensibilidad el fervor religioso de su tiempo. con certificado. Medidas: 189 x 241 cm.