Retrato, pintado, probablemente, a su vuelta de Italia, definiéndose Tristán como uno de los protagonistas en la configuración del concepto del retrato barroco en el seno de la pintura española. El retrato de medio busto representa a un caballero, de identidad desconocida, pero sí que sabemos por la inscripción en el ángulo superior derecho que cuenta con la edad de 68 años. Con una pincelada nerviosa y rápida el pintor define no solo los rasgos físicos del personaje sino que nos acerca a su carácter. Es evidente las lecciones aprendidas en Italia que no olvidaría nunca, patente en el modo de construir la cabeza del retrato a base de un juego yuxtapuesto de riquísimos empastes que van definiendo las luces y las sombras de su rostro muy en la tradición de Borgianni. Será difícil encontrar un retrato más penetrante psicológicamente en toda la pintura española del primer cuarto del siglo XVII- solo comparable, quizá, con el retrato de Bartolomeo Leonardo de Arguenola de Juan Van der Hamen de 1628.