Esta obra maestra de pequeño formato emerge como una joya devocional de excepcional calidad y estado de conservación impecable. La escena, inspirada en los evangelios apócrifos, nos lleva a un momento transcendental durante el viaje de la Sagrada Familia a Egipto, donde un grupo de ángeles sirvió frutas a San José, la Virgen María y al niño Jesús.
 
La destreza artística exhibida en esta pintura encuentra sus raíces en la influencia de pintores renombrados como Rottenhammer y Paul Bril. La colaboración conocida entre ambos maestros se manifiesta en la composición armoniosa y unificada de esta obra, donde las figuras se entrelazan de manera magistral en un contexto de paisaje exquisito.
 
La representación cuidadosa de la Virgen María, ataviada en tonos de azul y rojo, sosteniendo al Niño en su regazo, y San José, vestido con tonos de azul y marrón, junto a San Juanito con una cruz de caña y un cordero, evidencia la maestría artística. El gesto de amor angelical se plasma en la delicada entrega de frutas por parte de los querubines, mientras otros los recogen del suelo.
 
El fondo pictórico revela un escenario fluvial distante y un conjunto montañoso, complementado por un primer plano de un exuberante paisaje boscoso. La paleta de colores primarios vibrantes y la pincelada suave se entrelazan para crear una composición visualmente impactante.