La escena muestra a la Virgen María sosteniendo en su regazo al Niño Jesús, en una composición íntima y profundamente humana, caracterizada por el equilibrio sereno, la ternura contenida y una sutil espiritualidad. La Virgen, de rostro ovalado y expresión melancólica, dirige la mirada hacia su hijo con una actitud recogida y maternal.

El Niño aparece sentado con naturalidad sobre sus piernas, envuelto parcialmente en un paño blanco que contrasta con la calidez de su piel y la profunda oscuridad del fondo. Los plegados de las telas, el uso de colores saturados como el rojo y el azul, y el modelado suave de los volúmenes remiten a las características estilísticas del barroco sevillano del Siglo XVII. La obra se inscribe dentro del círculo de Bartolomé Esteban Murillo, célebre por sus composiciones devocionales, en las que lograba conjugar delicadeza emocional, refinamiento técnico y accesibilidad visual. El claroscuro empleado no busca el dramatismo extremo, sino una atmósfera envolvente que potencia la expresión serena de los personajes. La pintura mantiene una fuerte influencia del maestro, tanto en la tipología de los rostros como en la armonía compositiva y el tratamiento lumínico.

Procedente de una colección privada en Montecarlo, se presenta como una obra de notable calidad que reproduce con fidelidad los códigos visuales y devocionales desarrollados en el taller o entorno próximo al gran maestro sevillano.

Ex. importante colección privada europea.

Precio base: €20.000

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